Mientras era estudiante, viajó en los veranos a Rusia e Irlanda.
Hizo un interrail de un mes con su marido. Salieron de París a Yugoslavia, de Yugoslavia a Hungría, de Hungría a Viena, de Viena a Bruselas, de Bruselas a Brujas, de Brujas a París y de París a Teruel.
Cuando se divorció compró un billete de ida y vuelta a Buenos Aires, y ahí se dio cuenta de que prefería viajar sola porque puedes ir por tu cuenta y tienes la libertad para hacer lo que prefieras.
Marta viaja sin apenas equipaje. Lo que le gusta realmente de viajar no es visitar la ciudad o los monumentos, es ver cómo vive la gente: sus costumbres, tradiciones, cultura y sobre todo ayudar a los más necesitados.
Uno de sus viajes más importantes fue el que hizo a la India hace tres años, porque conoció la Obra de la Madre Teresa de Calcuta, que se dedica a ayudar a los pobres. Y esto la hizo darse cuenta de que hay que ayudar a los más necesitados.
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